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jueves, 25 de marzo de 2010

Acusaciones iNFUNDADAS de ex-miembros contra los santos‏

Los Fundadores han tenido que padecer con frecuencia una tribulación cuyo precedente se encuentra en las mismas páginas del Evangelio: la defección de alguno de sus hijos espirituales. Se podrían citar numerosos ejemplos sobre este particular, que constituye un antiguo fenómeno en la vida de la Iglesia y de las fundaciones eclesiásticas. Baste con recordar las famosas cartas de san Bernardo a los monjes que abandonaban el monasterio.

A lo largo de la historia de la Iglesia no ha sido extraño que alguno de esos hombres y mujeres se haya convertido, con el tiempo, en un detractor de sus antiguos Fundadores o de las Instituciones a las que pertenecieron.
Recordemos a continuación algunos ejemplos entresacados de las vidas de santa Teresa, de san Franciso de Sales y san Josemaría Escrivá.

Canonizada por toda la ciudad

Entre las mujeres que habían esperado con impaciencia la llegada de santa Teresa a Sevilla en el año 1575, para ingresar en el Carmelo como novicias, había una, cuyo nombre silenciarían más tarde las carmelitas por caridad, que era, en palabras de la Santa -que guardaba sus reservas sobre ella-, "una gran beata que estaba ya canonizada por toda la ciudad".
"Era la pobre -en palabras de la Priora de Sevilla- mucho más santa en su opinión que en la del pueblo, y como en entrando le faltaron las alabanzas y comenzó el toque de la religión a hacer su oficio de descubrir los quilates que habían en lo que ella parecía tanto relucir, hallóse sin nada y comenzóse a descontentar y nosotras mucho más de ella, porque jamás hubo remedio a hacerla acomodar a casa de religión y por ser ya mujer de cuarenta años, de grande autoridad y sabía dar a cada cosa su salida: unas veces se excusaba con que era enferma, y así ni quería comer de nuestras comidas, sacando que cada cosa era enferma e hinchaba, que pudiera leer a Galeno; otras decía que la costumbre y gran calor de la tierra la excusaba.
Nuestra Madre, pareciéndola que el tiempo la iría enmendando, y por no la apretar, mandaba la sobrellevásemos y daba licencia que a veces se confesase y hablase con los clérigos sus conocidos" ..
Además de lo que señala la Priora, el comportamiento de aquella mujer dentro del convento era bastante extraño; por ejemplo, entre otras rarezas y caprichos, solía presentarse intespestivamente cuando veía que alguna novicia hablaba con la Santa en su habitación...
Tiempo después esta mujer abandonó el Carmelo,furiosa porque había comprobado que aquel género de vida era superior a sus fuerzas y descargó su rencor de modo tristemente tópico: denunció a la Santa ante la Inquisición y un día llamaron a la puerta del convento, entre un tropel de gentes, los jueces y los esribanos, mientras unos alguaciles hacían guardia ante las puertas.
Comenzaron los interrogatorios previos, en los que se acusaba a las carmelitas de seguir los principios de los alumbrados. Hay que hacer notar que por aquel entonces, esa acusación era gravísima; y más aún en una mujer como santa Teresa, cuyos escritos ya habían sido denunciados a la Inquisición y de cuyos éxtasis se hablaba por toda Castilla.
Se acusó a la Santa de que las monjas se confesaban con ella. Fue entonces cuando Teresa de Jesús comprendió quién era su acusadora y el motivo de aquellas intromisiones furtivas en su habitación.
Se acusó a las carmelitas de realizar unas "ceremonias" o "ritos sospechosos". La verdad de tales "ritos" consistía en que, como las monjas no tenían velos suficientes para presentarse en el locutorio, se los pasaban de unas a otras. Ese obligado intercambio de velos era "la ceremonia" sospechosa de herejía.
El rencor es imaginativo; y como después de comulgar las carmelitas solían ponerse en la sombra, de cara a la pared, para la acción de gracias, porque la reja del locutorio estaba en un patio abrasado por el sol, aquella mujer creyó ver allí un nuevo "rito" peligrosísimo. Llegó a asegurar que se ataban unas a otras de pies y manos; y que se flagelaban mutuamente. "Dios quiso que no hayan dicho más", comentó la Priora, María de San José.
No fructificó aquella añagaza por falta de pruebas. "Pero la situación -comenta Auclair siguió siendo grave, pues la suspensión del proceso sólo significaba que faltaban pruebas, y la Inquisición se esforzaba siempre en obtenerlas"-.

Una carta falsa
Si en el caso de santa Teresa hemos perdido el rastro del nombre de la acusadora, en el de san Francisco de Sales contamos al menos con su apellido. Difamó al Santo una tal Belot, sobrina de un Secretario de Estado que no gozaba, según el sentir general, de una reputación muy cualificada .
La señora Belot le había pedido a san Francisco de Sales la posibilidad de vivir durante un tiempo en el convento de la Visitación para cambiar de vida.
San Francisco de Sales tuvo varias conversaciones con ella y parecía que realmente había cambiado de disposiciones. Pero, poco tiempo después, aunque tanto san Francisco como santa Juana de Chantal, Superiora del convento, hicieron todo lo posible por ayudarla, se comportó de manera parecida a la de la novicia carmelitana, y, al igual que ella, abandonó primero el convento y a continuación sus propósitos de vida recta.
A continuación dio sobrados motivos de escándalo en la pequeña ciudad de Annecy, y se convirtió en la amante de uno de los caballeros del séquito del duque de Nemours. Al principio san Francisco hizo todo lo posible por reconducir a aquella mujer hacia Dios de un modo discreto. Pero todo fue en vano. Y a la vista de la dimensión que iba cobrando el escándalo, juzgó prudente recriminar el hecho en público.
Despechado, el amante de la Belot consiguió apoderarse de una carta de san Francisco, copió su letra y escribió una carta falsificada en la que el Obispo le pedía excusas a la Belot y le decía en secreto "su verdaderos sentimientos".
Luego urdieron una pequeña comedia: ella y su amante fingieron un enfado y el amante iba enseñando a todo el mundo, con un supuesto despecho, la carta falsa que había sido el origen de aquel distanciamiento amoroso. Henry-Coüannier relata el hecho con el lenguaje un tanto decimonónico pero expresivo:
"El duque de Nemours acabó por enterarse del increíble rumor y quiso ver la carta. Él había recibido muchas del Obispo, comparó ésta con aquéllas y no podía creer lo que veían sus ojos. A M. de Foras, gran amigo de Francisco, le preguntó: `¿Por qué pasa el Obispo de Ginebra?´ `Por santo.´ `Pues desengañaos.´ M. de Foras se negó en absoluto a dar fe a aquel papel; llevólo al Obispo, que lo leyó tranquilamente y apenas pareció sorprenderse. Él tenía por principio que en las calumnias es bueno justificarse, porque se debe este homenaje a la verdad, pero si la acusación se sostiene, hay que oponer la indiferencia y el silencio. Declaró, pues, que él no era el autor de aquella carta. Se admiró de que hubieran imitado tan bien su escritura, devolvió el billete a su amigo y no se preocupó más por ello" .
La historia se complicó más tarde con un desafío a duelo que no tuvo lugar y con numerosas murmuraciones por la ciudad sobre la vida de las monjas, que acabaron reflejadas toscamente en un cartel puesto sobre la entrada del convento: "Serrallo del Obispo de Ginebra."
La Superiora del convento, santa Juana Francisca de Chantal, indignada, quiso acudir a los tribunales. Pero san Francisco se negó. Se supo luego que el autor de la inscripción era un abogado de la ciudad, llamado Pellet "que no perdonaba malediciencia alguna" contra san Francisco.
Un día se encontró con el Santo, que le saludó afectuosamente y le dijo: "Vos me queréis mal y procuráis por todos los medios ennegrecer mi reputación; no es menester que me deis excusas, porque lo sé muy bien y estoy muy seguro de ello. De todos modos, ya lo veis, si me hubierais estropeado o arrancado un ojo, yo no dejaría de miraros amorosamente con el otro".
Del mismo modo se comportó el Santo con la Belot y con una de las hijas del abogado Pellet, que entró años más tarde como religiosa en la Visitación. Se repitió de nuevo la actitud humilde y generosa de san José de Calasanz y de tantos otros santos con sus detractores.

Reescribiendo la historia

Estas contradicciones no son "un fenómeno raro en la historia de la Iglesia -precisaba el Siervo de Dios Alvaro del Portillo-: muchos santos han sido, en su tiempo y lugar `signo de contradicción´, empezando por el Maestro, el propio Cristo; y lo han sido sobre todo aquellas figuras que traían al mundo grandes innovaciones, como San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Juan Bosco".
"Ataques sistemáticos a la fama -escribía san Josemaría en Conversaciones-, denigración de la conducta intachable: esta crítica mordaz y punzante sufrió Jesucristo, y no es raro que algunos reserven el mismo sistema a los que, conscientes de sus lógicas y naturales miserias y errores personales, menudos e inevitables (...) desean seguir al Maestro”.
"¿De dónde nace esta apreciación injusta con los demás? Parece como si algunos tuvieran continuamente puestas unas anteojeras, que les alteran la vista. No estiman, por principio, que sea posible la rectitud o, al menos, la lucha constante por portarse bien. Reciben todo, como reza el antiguo adagio filosófico, según el recipiente: en su previa deformación. Para ellos, hasta lo más recto refleja -a pesar de todo- una postura torcida que, hipócritamente, adopta apariencia de verdad. `Cuando descubren claramente el bien´, escribe san Gregorio, `escudriñan para examinar si hay además algún mal oculto´( ...).
"No sería sincero si no os confesara que las anteriores consideraciones son algo más que un rápido espigueo de tratados de derecho y de moral. Se fundamentan en una experiencia que han vivido no pocos en. su propia carne; lo mismo que otros muchos han sido, con frecuencia y durante largos años, la diana de ejercicios de tiro y murmuraciones, de difamación, de calumnia".

Guardia en torno al convento
Han sido frecuentes también, a lo largo de los tiempos, las difamaciones de los santos e instituciones eclesiásticas, a través de panfletos, anónimos, etc. Los libelos calumniosos contra los dominicos que circularon por la Universidad de París, durante la época en la que santo Tomás de Aquino ejercía su docencia, son un ejemplo entre cientos.
Se debatía en la Universidad de París, cuando llegó a vivir santo Tomás, en el año 1252, una cuestión espinosa: los maestros seculares se sentían postergados dentro de la Universidad por los maestros regulares, es decir por los dominicos y los franciscanos, tras los que iban un gran número de alumnos por su gran preparación intelectual. Los dominicos, además, eran los únicos religiosos que regentaban dos cátedras, y se convirtieron pronto en la diana de todas las insidias.
En medio del fragor de la polémica, en la que tuvo que intervenir el propio Papa Inocencio IV para calmar los ánimos, los seculares "lanzan al mundo entero un libelo difamatorio, en donde acumulaban toda suerte de acusaciones contra los dominicos, verdaderos causantes, según ellos, de todo el malestar de la Universidad y hasta de la Cristiandad entera. Y, no contentos con eso, multiplican las intrigas, las difamaciones, las calumnias, de palabra y por escrito, no sólo entre los estudiantes, sino también entre el pueblo fiel" .
Siguieron nuevas intervenciones del Papa, nuevos alborotos y libelos, hasta que los enemigos de los dominicos "pasaron a los hechos. (...) Redoblaron sus esfuerzos para indisponer a todo el mundo contra los odiados dominicos y hacerles la vida imposible. Coaccionaban a los estudiantes para que no pudieran asistir a sus clases, irrumpían en ellas alborotando para que no pudieran tener lugar, apedreaban el convento de Santiago y lanzaban flechas contra sus ventanas. Los frailes no podían salir sin ser insultados, maltratados y atropellados. Las cosas llegaron a tal extremo que el Rey san Luis tuvo que poner una fuerte guardia permanente alrededor de su convento, para que los defendiese día y noche contra todo conato de asalto" .
Estos alborotos alcanzaron también a santo Tomás cuando predicaba el 6 de abril de 1259, domingo de Ramos, en la iglesia del convento de Santiago. Durante la homilía, un tal Guillot se levantó y empezó a leer en público uno de aquellos libelos, en los que se alternaban la prosa, el verso denigratorio y las canciones indecentes. Cuando Guillot acabó de leer su papel, el Santo continuó su prédica como si no hubiese pasado nada.

Una carta de san Francisco de Sales
San Francisco de Sales también tuvo que habérselas con los propagadores de libelos, como se refleja en su Epistolario:
"El ministro La Faye -dice el Santo- ha escrito un libro expresamente contra mí; no ahorra la calumnia. Pasa por alto la gran multitud de mis defectos, que son sin duda reprobables, y no me censura sino por los que no tengo, por gracia de Dios: de ambición, ocio ostensible, lujo en perros de caza y caballerizas, y locuras semejantes que no sólo están lejos de mi afición, sino que son incompatibles con la necesidad de mis quehaceres y la forma de vida que mi cargo me impone. Así bendigo a Dios que no sepa mis defectos, toda vez que no los quisiera curar sino con la maledicencia" .

Hasta el lecho de muerte
Los libelos tuvieron su apogeo en los siglos XIX y XX con el desarrollo de los medios de comunicación. Esos avances tecnológicos permitieron a los denigradores orquestar campañas de desprestigio antes inimaginadas, que han adquirido, en nuestros días un notable impacto sociológico.
San Antonio María Claret tuvo que sufrir varias de esas campañas de desprestigio. Sus enemigos provocaron una ola de difamación contra su persona en todo el país y propiciaron los catorce atentados que sufrió a lo largo de su existencia (¡!) .
Le persiguieron hasta el mismo lecho de muerte: en los últimos días de su vida se dijo que estaba en Fontfroide (Francia) reuniendo armas para los carlistas, y unos cuantos exaltados estuvieron a punto de secuestrarlo del lugar en el que se encontraba agonizante.

Desde "El Clamor Público"
También persiguieron desde la prensa a santa Micaela. Por si fueran, pocos los ataques que tuvo que sufrir por parte de parientes, alumnas y ex-alumnas, y gran número de sus contemporáneos, tuvo que enfrentarse además con la inquina de cierta Prensa madrileña.
Abrió el fuego contra ella El Observador, el día 1 de abril de 1851, con la publicación de un suelto en el que afirmaba, entre otras cosas, que la caritativa Vizcondesa consentía la convivencia entre el Capellán y las colegialas.
Era el fruto amargo de la intriga de un eclesiástico contra ella. Todo pareció quedarse ahí, pero al día siguiente, El Clamor Público publicó otro suelto bajo un título de doble sentido: Fraternidad. Pocos días después El Observador sacó a la luz un relato tendencioso que deformaba la historia de una madre que había dejado a sus hijas en el colegio y las había encontrado "convertidas en verdaderas beatas".
El relato incluía las acusaciones tópicas de falta de libertad y fanatismo religioso, y concluía denigrando a las religiosas porque "quedaron muy satisfechas en haber alcanzado un alma para el cielo a costa de las lágrimas y de la desesperación de la infeliz señora. Hemos oído que ésta piensa acudir a la autoridad competente para que desde luego proceda a sacar a su hija".
Al principio, la Santa se abstuvo de contestar: sus amigos procuraron detener la campaña. Cambió de parecer cuando los ataques provinieron de periódicos como La Esperanza, que defendía un ideario católico. Este periódico reproducía el 25 de mayo de 1853 un suelto aparecido en Novedades tres días antes, en el que se pedía que se trasladase a la sede del Colegio de la Santa la Casa nueva de la Maternidad, para utilizar un edificio que "si alguna utilidad reporta a la Beneficencia, era muy poca" .
La Santa decidió intervenir con todala resolución de su carácter. Pidió con energía una rectificación por parte del periódico, que se produjo días más tarde.
"Yo por mi parte nada sé -escribía la Santa al periódico, aludiendo al supuesto traslado de la sede del Colegio y creo que usted tampoco, porque me consta que en la Junta General nada se ha tratado de esto. Y por eso, la verdad -y permítame usted este desahogo-, he extrañado y sentido que haya usted dejado copiar en un periódico, tan magistral y acreditado como el suyo, esto... que podemos llamar una de tantas paparruchas como leemos con tanta frecuencia en algunos papeles públicos..."
Esas escaramuzas periodísticas fueron alimentando año tras año una leyenda negra en torno a su persona que tuvo una amplia resonancia popular. Se la llamó piedra de escándalo y se la difamó en tiendas, periódicos y fiestas; la calumniaron sus enemigos y hasta las señoras que la ayudaban materialmente.
Una de ellas, la Baronesa de Rocafort, propalaba por toda Barcelona que lo único que pretendía la Santa era quedarse con el dinero de las desamparadas. En las tertulias de Santander se murmuraba que la fundación era "sólo un pretexto para coger dinero".
¿Motivos?
Los motivos que impulsan a difamar suelen ser muy variados: envidia, rencor, despecho, frivolidad... Los parientes de santa Micaela parientes hablaban mal de ella porque no entendían que se hubiese desprendido de todos sus bienes de un modo tan radical; a algunas de las colegialas, de conducta poco recta durante su estancia en el Colegio, las movía el rencor; y si las expulsaban, utilizaban la calumnia para vengarse; las razones de las dueñas de las casas de prostitución se entienden más fácilmente: comola Santa siguiera recogiendo mujeres descarriadas -pensaba- se les hundía el negocio.
De estos ambientes fueron surgiendo -a tono con cada uno- infundios y patrañas. Quizá la mentira más baja y mezquina fue la que aseguraba que el Colegio de Atocha era una casa de lenocinio y que lo único que buscaba la Santa era comerciar con las jóvenes que recogía. "Lo mismo será la que pide -susurraban algunos- que las mujeres por quien pide".
Algunos de estos calumniadores se retractarían más tarde: pero como la calumnia es imparable, por muchos esfuerzos que hicieron luego por restituir la fama, fue dando frutos amargos por todas partes, y las maledicencias corrían de boca en boca, exageradas hasta el ridículo, caricaturizadas hasta el esperpento.
Se rumoreaba por todo Madrid que la Santa se entregaba a "criminales excesos" y que iba por las noches al baile,acompañada por un hombre. La audacia murmuradora llegaba incluso a describir el color de los vestidos ...
El apostolado peculiar de Micaela -cuenta su biógrafo- le atrae el odio, la maledicencia y la persecución con todos los agravantes consiguientes. No existe mejor señal de haber cumplido su deber".
Un anónimo le avisó a la Santa que un Mayordomo de Palacio se empeñaba en enturbiar sus cordiales relaciones con la Reina Isabel II. El escrito explicaba algunas de las causas de ese odio. "Estoy aterrada -decía el anónimo, escrito con gruesos caracteres- por el odio a la su casa de usted, el cual nace de que una chica, a quien él proponía perder, se ha refugiado en su casa de usted; ha tocado todos los medios de seducción para sacarla valiéndose de tercera persona y de mil medios infames que la chica ha rechazado, siendo una de las acogidas más ejemplares, rechazando todo."
La calumniaban sus acreedores; algunas de sus alumnas; sus antiguas amistades, y todo eso llegaba a las páginas de la prensa. Lo que más le dolía a la Santa es que algunos sacerdotes participaban en eso. En una ocasión, agobiada por las deudas, tuvo que pedir dinero a un sacerdote ejemplar y éste -comentaba la Santa- "¡dudó de mi probidad! ¡Y me llegó esta duda al alma!".
"Al salir de Madrid -le escribía al Obispo de Ávila el 7 de marzo de 1863- recibí una carta de Barcelona en la que me ponen de ropa de Pascua. Lo de ladrona ya perdió su color subido. Dice el amigo escritor que me la dirige -desconocido para mí-´que soy una fiera, tan malvada, perversa, que visto un traje que desdoro con mi hipocresía y mala vida. Que no soy monja, ni menos religiosa; que son víctimas de mis furias no sólo las monjas, sino las infelices colegialas a quienes -fiera carnívora- devoro su juventud. Y que tenga entendido que han determinado varios quitarme la vida en pago de mis maldades e infamias.
"Preciso tenía que ser -comenta con humor- de quitarme (algo) había de ser la vida, porque fortuna, no, cuando me eché a robar. Crédito y reputación ya los tengo perdidos. Con que con la vida arremeten... Con que el jueves salgo para el matadero llevando en mí la víctima... Al llegar a Zaragoza me hallo con dos cartas que son más penosas que la citada, y tanto, que, siendo de gente conocida, al leerlas me dio jaqueca en el acto.
"Si vivo, escribiré. Si muero, yo lo encomendaré a mi Padre que pagará con larga vida el poquito que me quitaren en Barcelona. Yo no dije nada en casa porque no tengan miedo las Hijas y no me quiten la vida, y tengan ellas pena, estando yo tan contenta."
En otra ocasión, una de las dueñas de las casas de prostitución arruinadas atentó contra su vida y estuvo a punto de ahogarla entre sus brazos. Se salvó porque la defendió el mismísimo Ministro de la Gobernación, don Cándido Nocedal, que estaba de visita en el colegio.
Santa Micaela sufrió, como el Padre Claret, varios atentados y numerosas intentonas de asesinato. En diversas ocasiones sus colegialas intentaron envenenarla. Muchos la intimaban "con navaja en mano", como recuerda Carlos Marforí. En algunos casos la Santa desveló milagrosamente las intenciones de sus enemigos. Su modo de actuar retrata la vitalidad y valentía de aquella mujer de talla espiritual y humana excepcional:
"Vamos a la capilla -le dijo a un agresor que escondía todavía el arma- y allí me dará usted la puñalada que tenía intención de darme, porque quiero que sea delante de Jesús Sacramentado".
En otros casos se enfrentó resuelta ante sus agresores, que ennumerosas ocasiones se arrepintieron de sus intenciones delante de ella.

Pocas fundadoras...
"Pocas Fundadoras canonizadas -se lee en la biografía de la Madre Sacramento- han padecido tantos atentados". El biógrafo no exagera. Se lee en los Procesos de su Causa de Canonización que "hombres que vivían en relaciones con dichas mujeres extraviadas la amenzaban y perseguían de muerte". No se excluían las mismas chicas recogidas, y en particular las antiguas amantes. "Querían asustarnos -comenta una testigo- arrojando cohetes y dirigiéndonos gravísimas amenazas y era muy frecuente que mancharan de inmundicias las puertas y las ventanas del edificio."
En diversas ocasiones, como en Valencia, la Santa tuvo que acudir al Inspector de Policía. En febrero de 1862, estuvo a punto de ser vapuleada en Barcelona por una mujer propietaria de tres casas públicas.
En todas esas ocasiones, relata el biógrafo, "la Madre Sacramento, siempre valientísima, da la cara a sus enemigos sin arredrarse ante los anónimos amenazadores". Y no eran amenazas vanas, ya que considera seriamente la posibilidad de morir en un atentado cuando se dirige a Barcelona.
Durante las fiestas de carnaval de 1860, en el acto conocido como "el entierro de la sardina", sacaron una máscara con su efigie vestida de negro, en la que se la caricaturizaba rezando un rosario confeccionado con pequeñas patatas. Detrás marchaba otra máscara que represantaba a san Antonio María Claret .
Pero santa Micaela no tenía que esperar a los carnavales para verse injuriada: en muchas ciudades, como le pasó en Zaragoza, cuando caminaba por la calle, se burlaban deella y la silbaban.
scribieron en su contra un panfleto “biográfico” cuyo título, estilo y extensión se deducen de esta carta de la Madre Sacramento, fechada en Burgos (23-VI-1863), a un bienhechor de Zaragoza, don Manuel Dronda, a quien seguramente habrían enviado previamente el panfleto denigratorio:
"Mis enemigos escriben manifiestos infames contra mí. El de las Flores está encarnizado... y no deja conocido ni desconocido sin sus siete pliegos de historia, donde sale su crucifijo de usted y le hacen testigo de una falsa historia".

 Anécdotas amañadas

San Josemaría sufrió también campañas denigratorias. "Fue perseguido -comentaba Antonio Rodilla-, acusado falsamente y calumniado en público (...). Había ferocidad y pertinacia en la persecución. No oí ni calumnias ni acusaciones contra su vida privada, pero sí respecto de sus actuaciones apostólicas, cuyos fines se consideraban aviesos, y acerca de su ortodoxia (...). Se amañaba una anécdota mezclando datos verdaderos y evidentes con otros inventados e irritantes.
”Producida la irritación, necesitaba ésta cebarse hasta la ceguera y corría como un incendio forestal no sólo entre resentidos, siempre hambrientos de morder, sino entre los más sensibles contra las injusticias, y malos con buenos sé unían contra el inocente calumniado: don Josemaría y su Obra eran una organización secreta, clandestina y herética".
Al igual que con santa Micaela, se publicaron en vida del Santo “biografías” caricaturescas y calumniosas contra su figura o sus escritos.
San Pedro Poveda y la Institución teresiana sufrieron una fuerte campaña de desprestigio durante los años previos a la guerra civil española. La virulencia de las acusaciones que se citan a continuación no hacen más que mostrar la eficacia del servicio a la Iglesia de la Institución fundada por el Santo: "Donde hay una maestra teresiana - se lee en Trabajo, el 3 de abril de 1935-, el ultramontanismo y la caverna tendrán sus más firmes archiveros y como desgraciadamente, esta clase de maestras abundan más de lo prudente -y muy especialmente en esta provincia-, no estaría de más que los creadores de la nueva escuela pusiesen los puntos sobre las íes y obligaran a estas obstusas y desgraciadas maestras a que limitaran sus actividades contrarias a la República."
Otro periódico, La Libertad, acusaba a las teresianas, el 22 de febrero de 1935, de querer disponer "del futuro de España". Desde el Ministerio de Instrucción Pública se las acusaba de ser un "foco de contagio que infeccionaba los nuevos aires republicanos"` y el periódico Revolución se preguntaba: "¿Por qué no se castiga a las teresianas, maestras nacionales, que a las niñas que no quieren enseñanza religiosa les dan un castigo severo? Sr. Alcalde, el pueblo democrático no está dispuesto a tolerar estas inquisiciones de que son objeto las niñas por estas maestras cavernícolas, representantes de Cristo. ¡Pueblo, despierta de tu letargo; tira la pereza y rebélate contra estas maestras aliadas a los sentimientos de Torquemada! Padres que tenéis hijas, a estas teresianas no hay quien las haga justicia, hay que aplicarles la ley de fugas".
Trabajo apostillaba: "Una de las mayores calamidades que pueden haberle caído a la República es ese crudo fanatismo que los Institutos Teresianos han imbuido a sus maestras".
En nuestros días esta retórica beligerante y flamígera puede parecernos ridícula, por el tono exaltado y el conjunto de falsedades. Pero artículos como éstos fueron el caldo de cultivo del clima antirreligioso que hizo que el 28 de julio de 1936, al comienzo de la guerra civil, muriera mártir, asesinado por el odio antirreligioso, san Pedro Poveda.
José Miguel Cejas, "Piedras de escándalo"

lunes, 22 de marzo de 2010

Evangelio según San Juan 8,12-20

Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida".
Los fariseos le dijeron: "Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale".
Jesús les respondió: "Aunque yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy.
Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie,
y si lo hago, mi juicio vale porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió.
En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido.
Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde está tu Padre?". Jesús respondió: "Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre".
El pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.

El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: - «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?» Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: - «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: - «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: - «Ninguno, Señor.» Jesús dijo: - «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»

¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 40-53

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: - «Éste es de verdad el profeta.» Otros decían: -«Éste es el Mesías.» Pero otros decían: - «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?» Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: - «¿Por qué no lo habéis traído?» Los guardias respondieron: - «Jamás ha hablado nadie como ese hombre.» Los fariseos les replicaron; - «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos.» Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: - «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?» Ellos le replicaron: - «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.» Y se volvieron cada uno a su casa.

José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Maria, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.

Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo.» Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: - «Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio,-,- porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.»

domingo, 14 de marzo de 2010

Al momento aquel hombre quedó sano Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 1-3. 5-16

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: - «¿Quieres quedar sano?» El enfermo le contestó: - «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.» Jesús le dice: - «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.» Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: - «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.» Él les contestó: - «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.» Ellos le preguntaron: - «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?» Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: - «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.» Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Anda, tu hijo está curado Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: «Un profeta no es estimado en su propia patria.» Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: - «Como no veáis signos y prodigios, no creéis.» El funcionario insiste: - «Señor, baja antes de que se muera mi niño.» Jesús le contesta: - «Anda, tu hijo está curado.» El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: - «Hoy a la una lo dejó la fiebre.» El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

«Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido» Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavia estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»

miércoles, 10 de marzo de 2010

Platicas de San Josemaría Escrivá de Balaguer

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: - «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: - «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: - «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. " El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.» El escriba replicó: - «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: - «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas

El que no está conmigo está contra mí Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 14-23

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud Se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: - «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.» Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. El, leyendo sus pensamientos, les dijo: - «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.»

Quien cumpla y enseñe será grande Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»

Si cada cual no perdona de corazón a su hermano, tampoco el Padre os perdonará Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,21-35

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: - «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contesta: - «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado,arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la Perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha sido enviado únicamente a los judíos Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 24-30

En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: - «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1-9

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: - « ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: - «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".»

Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido Lectura del santo evangelio según san Lucas 15,1-3.11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publica-nos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero ce-bado, porque lo ha recobrado con salud * " Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

Éste es el heredero: venid, lo mataremos Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 33-43.45-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: - «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hi-cieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, di-ciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." 1 Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le contestaron: - «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.» Y Jesús les dice: - «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que deshecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.» Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces Lectura del santo evangelio según san Lucas 16,19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: - «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle la llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

Lo condenarán a muerte Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 17-28

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: - «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.» Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: - «¿Qué deseas?» Ella contestó: - «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: - «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: - «Lo somos.» Él les dijo: - «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a n-ú izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: - «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Lo condenarán a muerte Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 17-28

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: - «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.» Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: - «¿Qué deseas?» Ella contestó: - «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: - «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: - «Lo somos.» Él les dijo: - «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a n-ú izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: - «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

No hacen lo que dicen Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: -"En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Perdonad, y seréis perdonados Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,36-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»